Como fotógrafo, y también como montañero, han llamado siempre poderosamente mi atención los colores del cielo al amanecer o al atardecer. Muy especialmente esos tonos púrpuras y azulados que se ven a veces envolviendo el horizonte, justo en el lado opuesto por el que el sol sale o desaparece.
El fenómeno se puede ver desde cualquier lugar pero, como es lógico, en la altura y el “aislamiento” de una montaña cobra intensidad, y en ocasiones puede llegar a ser sobrecogedor. De hecho lo he fotografiado muchas veces desde alguna que otra cima atraído por esos mágicos gradientes de color y he obtenido distintos resultados, pero sin tener una idea clara de lo que estaba fotografiando. Yo pensaba estar fotografiando simplemente "el cielo", o fotografiando "cielos", sin más.
Cierto día, leyendo sobre el tema, descubrí que el fenómeno tiene un nombre concreto y una explicación precisa. Se llama “arco anti-crepuscular” y es un efecto luminoso que provoca la luz "rasante" del Sol sobre la Tierra y forma por un lado una banda de color azul más o menos oscuro que no es sino la sombra que proyecta la propia Tierra sobre su atmósfera, al ser iluminada por el sol con determinado ángulo respecto al espectador y por otro lado una banda de tonos púrpuras y rosados provocada por la retrodispersión de la esa luz solar enrojecida al incidir también sobre la atmósfera.
Me pareció una explicación tan asombrosa como lo era el propio efecto que provocaba. Fotográficamente hablando es un juego perfecto de luces y sombras... ¡pero a escala planetaria!. Yo había fotografiado la sombra de algunas montañas desde la cima, como la sombra del Teide sobre el mar de nubes o la del Monte Perdido sobre sus vecinos pirenaicos, pero aquí estábamos hablando de la sombra de la Tierra. ¡Casi nada!
Aunque el fenómeno en sí no es ni más ni menos espectacular por el hecho de conocer su origen, me surgió la necesidad de volver a fotografiarlo ahora que podía llamarlo por su nombre. Para tener todos los ingredientes de una buena receta necesitaba: (1) un amanecer con el cielo despejado, (2) un aire lo más frío posible para encontrar ese puntito extra de transparencia y nitidez, (3) un mirador situado en altura y con el sujeto a fotografiar situado al Oeste y, (4) el ingrediente estrella, una superficie nevada cuyos blancos potenciaran todo el efecto obteniendo contrastes puros.
En el Pico Pando (2.221m), una vez más, se podían reunir estas condiciones, así que esperé a la noche de un fresquito 19 de febrero, después de alguna que otra nevada, y me encaminé para allá pertrechado con toda la aparamenta necesaria para la sesión de montaña y fotografía apasionante que me esperaba.
Eché a andar sobre las tres de la madrugada y no recuerdo la hora exacta de llegada a la cima. La subida fue dura porque la nieve estaba poco asentada y yo llevaba mucho peso, pero al menos esta vez llegué arriba con tiempo suficiente para ponerme seco, preparar las cosas y reponer fuerzas antes de que llegara el amanecer y empezara la sesión.
En la foto anterior podéis ver lo que ocurre cuando llegas a la cima, a unos 10 grados bajo cero, con veinte kilos de mochila y te quitas la ropa sudada para ponerte seco. El cortavientos se quedó ahí tieso, el pobre, haciendome compañía como si fuera mi amigo invisible...
A pesar de estas curiosidades sin importancia, el hecho es que las previsiones se cumplieron. Aunque con una ligera inversión térmica (la temperatura era incluso más baja en el valle), fue un amanecer frío, despejado y casi sin viento. Todavía quedaba bastante nieve de los días previos y el Espigüete seguía al Oeste del Pico Pando, donde lo dejé la última vez.
Así que pude disfrutar de un arco anti-crepuscular increíble, con la Venus de nuestra Montaña Palentina engalanada de blanco y luciendo un precioso cinturón púrpura aquella mañana. El espectáculo duró sólo unos instantes, pero afortunadamente allí estaba yo, esperándola, y pude retratarla bien guapa.
En este caso, para los más curiosos, añadir que la toma fue realizada con un teleobjetivo zoom 100-400mm a 135mm de focal, f/14, 1/13s, ISO 100, con un cuerpo réflex con sensor de formato competo y trípode.
"Espigüete y el Cinturón de Venus"
desde el Pico Pando, Montaña Palentina (2.221m.) Febrero de 2017
1er PREMIO de la Categoría "Montaña Palentina" - NATURCYL 2018
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