La previsión del tiempo era buena para el fin de semana y quedaba mucha nieve en la montaña. Después de un invierno malo y sin apenas salidas invernales, estaba deseando pasar una noche por allí arriba. Este viaje además iba a ir acompañado. La idea era subir hasta la Poza de las Lomas, pasar la noche allí y tan pronto amaneciera, subir hasta el Pico Tres Provincias o Peña Prieta. Veríamos sobre la marcha...
Así pues, pasamos la mañana del sábado preparando las mochilas y después de comer nos encaminamos Silvi y yo hacia Cardaño. Sobre las cuatro de la tarde echamos a andar por el caminito que deja atrás Cardaño de Arriba y asciende siguiendo el Arroyo de las Lomas hacia el corazón de la Montaña Palentina.
El tiempo era bueno y soleado, incluso demasiado caluroso. Aunque como salimos ya tarde, el sol pronto fue perdiendo fuerza. Nos cruzamos algunos caminantes y montañeros que regresaban al aparcamiento. Íbamos del todo contracorriente (una de las cosas más estupendas que se puede hacer en esta vida para disfrutar, me parece a mi).
El paisaje se iba volviendo más bonito cada minuto que pasaba y no paramos de hacer fotos y detenernos a cada paso para contemplarlo y disfrutarlo. Tanto que al final nos pilló un poco el toro y llegamos a la Poza ya anocheciendo.
Montamos el vivac aprovechando las últimas luces, lamentándonos de no haber salido un poco antes (un pequeño error del que aprender para la próxima). Enseguida, pero a oscuras, queda colocada y anclada a la nieve la pequeña estructura. Pocas veces un cachito de tela y unas varillas dan tanta tranquilidad... ¡ya tenemos refugio a dos mil metros de altura!
Con la seguridad que este "techo" nos brinda, nos disponíamos a calentar unos garbanzos cuando, tonto de mí, me empeñé en buscar un poco más de agua por si nos entraba sed por la noche. En el intento "metí la pata" en el arroyo que baja a la Poza, que estaba tapadito por la nieve y me averié la rodilla, que ya venía magullada de un tiempo atrás, pero esto es otra historia...
Después de aburrir a Silvi con lo tonto que había sido, cenamos bien, hicimos unas pocas fotos experimentales y, después de despedirnos de un cielo precioso, nos metimos en los sacos que, colocados sobre la nieve, tardaron un buen rato en hacernos entrar en calor.
La noche pasó rápido. Una noche despejada, preciosa y fresca (1 o 2 grados bajo cero todo lo más). Esto lo pudimos comprobar cuando, imposible aguantar más, en algún momento tuvimos que salir a hacer pis.
Por la mañana, lo primero que hice fue mover la pierna para ver qué tal respondía la rodilla en frío, y vaya... no me daba seguridad. Sobre todo teniendo en cuenta que teníamos mucha ruta por delante y que, además, encontraríamos la nieve muy blanda durante toda la bajada. Pensando esto eché un ojo fuera del vivac, y rápidamente se me olvidó la molestia. Salí a fotografiar el momento mágico del amanecer. Y es que si te descuidas un poco, pierdes la luz...
Después de unos minutos buscando la foto, tocaba desayunar. Como nos habíamos quedado sin agua durante la noche, decidimos probar a derretir un poco de nieve para el desayuno. Y bueno la cosa funciona, no vamos a decir que no porque el infiernillo calentar, calienta. Pero para este invierno me haré con un quemador de gas porque el de alcohol no tira, al menos con estos fríos.
Mientras preparamos el desayuno me convencí (con ayuda) de que sería mejor "recular" y volver tranquilamente al aparcamiento para no forzar. Así que me improvisé un vendaje funcional con lo que encontré en el botiquín (que para eso he hecho mis cursos de primeros auxilios y autorrescate) y volvimos poco a poco hacia el aparcamiento. La nieve estaba aún dura, cómoda para andar.
De esta manera, volvimos enteritos y pudimos darnos un homenaje como dios manda: unas cervezas con limón (tamaño vaso-de-sidra) y unos buenos bocatas de chorizo frito en el Puente Agudín. Por cierto, ¡ ab-so-lu-ta-men-te recomendable !
Aunque no pudimos realizar la ruta inicialmente prevista (un acierto, ahora la rodilla ya va mejor), nos volvimos con unas fotos muy bonitas, tomadas todas ellas con la G12 compacta.
Se ve que el jurado del VII Concurso de Fotografía de Cardaño de Abajo pensó lo mismo y decidió dar el tercer premio a una de ellas titulada "Despierta Espigüete". ¡Y yo tan contento!
Por otro lado... qué lástima no poder abrazarte para celebrarlo tata. Pero bueno, estarás bien contenta al ver que las dos fotos que elegimos juntos han triunfado ¿eh?
Desde cada rincón del mundo... brindaré contigo por las próximas. ;-)