Hace casi cuatro años de esta foto. Desde entonces ha rodado por distintas lugares: fue mi fondo de escritorio una temporada, se ha comentado en facebook, ha estado en la portada de esta web, ha inspirado algún viaje más a Ordesa... eso y algunas cosas más. Pero de algún modo yo intuía que todavía no había encontrado su lugar.
Por eso cuando me enteré de que una importante cadena de tiendas de montaña organizaba como todos los años un concurso de fotografía de naturaleza, volví a buscar por el disco duro. Terminé en seguida, al llegar a la carpeta de "Fotos 2012" no busqué más y fui derechito a ella.
Muchas gracias a l@s chic@s de OS20 por el reconocimiento, y también por esta difusión de la naturaleza en imágenes que hacéis cada año a través de vuestro calendario.
La foto forma parte de un viaje al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido que hice con dos amigos compañeros en muchas salidas, Gus y Pelu. (Ver la entrada "Espigüete a vista de cabra", por ejemplo)
Aviso para navegantes: he tratado de cortarme con esta historia y resumir un poco para no ser pesado, pero no sé si lo he conseguido. Hay mucho tomate en Ordesa y es que este viaje salió redondo. Y al final, creo que esta foto no se puede comprender igual sin conocer un poco el viaje y, en definitiva, la experiencia. A ver si os gusta.
El caso es que, después de cuadrar nuestras agendas (y hacerlas cuadrar con la meteorología), arrancamos hacia Pirineos con muchas ganas de monte y un plan de lo más completito.
Pensábamos realizar una marcha circular de tres días, que empezaba y terminaba en la Pradera de Ordesa. Íbamos a recorrer el valle hasta la famosa "cola de caballo" y desde allí subir a dormir al refugio de Góriz (2.200m.) por el paso conocido como las "clavijas de Soaso".
Llegamos a Góriz por la tarde y allí nos dedicamos a descansar, que llevábamos muchas horas en pie y una buena paliza encima desde que salimos de Palencia. A la mañana siguiente, nos pusimos en marcha prontito otra vez, en dirección a la Brecha de Rolando y las últimas nieves de la temporada. Un poco más allá nos esperaba la cima que pretendíamos conocer, el Taillón (3.144 m.)
La Brecha de Rolando es una rotura natural que presenta el macizo del Monte Perdido a una altitud de 2.800 metros. Tiene una altura imponente, de más de 100 metros bien verticales y es frontera entre España y Francia. Cuenta la leyenda que la brecha la abrió Rolando (sí, el de la Chanson de Roland) tratando de romper su espada "Durandal" contra ella, al final de la Batalla de Roncesvalles. Pero esto igual es otra historia...
El caso es que por ella comenzaron a entrar nubes cuando llegábamos, y nos hicieron dudar sobre si seguir o no. Pero como se fueron abriendo claros de vez en cuando, y el camino se intuía bien, decidimos continuar hasta la cima.
Así que llegamos finalmente a la cima del Taillón entre nubes y claros. El tiempo nos respetó y pudimos incluso pasar un rato charlando allí con un grupo de Zaragoza que había llegado por otra ruta. Desde allí volvimos sobre nuestros pasos hasta la brecha, pero para bajar ya por la vertiende norte hasta el refugio de Serradets, en territorio francés.
No sé si habrá muchos pasos fronterizos tan imponentes y bonitos como este...
El refugio de Serradets o de la "Brecha de Rolando" está en la cara norte del macizo del Monte Perdido, dentro del área protegida "Parc National des Pyrénées". Recuerdo una estancia breve pero muy agradable, en un sitio acogedor y con unas vistas igual de increibles. Podría poner a continuación una foto de la Brecha por su cara Norte, o del Circo de Gavarnie, o de su cascada con más de 400 metros de caida, pero creo que estas otras vistas que he elegido poner también son brutales (¡al menos en aquel momento os aseguro que lo eran!)
Y por fin nos quedaba el último, pero no por ello menos importante, tercer día de la excursión. Volvimos a subir hasta la Brecha de buena mañana, y después de mucho rato bajando y bajando, llegamos a una de las maravillas geológicas del Parque: el circo de Cotatuero. Un gran cortado en la roca trabajado durante siglos por los glaciares del Cuaternario, y por una de cuyas paredes discurre el "camino" de bajada. La cascada de más de 200 metros de caida, junto a la que comienza el descenso, pone una banda sonora muy ruidosa a esta parte de la aventura.
De remate, la guinda del pastel fue poder ver una manada de rebecos que correteaban exultantes por allí.
Aquí es donde tuvo lugar el momento de la foto que nos ocupa. Paramos a reposar un rato, bebimos agua de alguno de los muchos arroyos y cascadas que bajaban por todas partes. Yo me retrasé un poco haciendo fotos y a medida que Pelu y Gus se fueron acercando al "abismo" me empezó a "oler a Foto". Así que allí me tuve que liar a disparos con mi maltrecha G12 (por aquel entonces tan fresca y lozana ella..) Y entre otras, salió "Cotatuero".
Sensibilidad ISO-80, f/4,5, tiempo de exposición 1/320s y una focal de 30mm son los parámetros técnicos de la toma. La saqué con cámara compacta (de gama alta pero compacta, que bastante peso llevábamos esos días ya) y he reeditado los ajustes básicos un poco para dejarla presentable para el concurso (principalmente porque había quedado un poco subexpuesta). Y eso es todo. Bueno, eso y estar allí en aquel momento.
Después de ese rato nos preparamos para bajar por las "clavijas de Cotatuero", un pasito muy aéreo asegurado con clavijas metálicas y una línea de vida, que permite salvar unos metros muy poco accesibles de otra manera para bajar hasta la Pradera.
Y desde las clavijas, todavía queda un buen rato de bajada que discurre todo el tiempo entre paisajes que quitan el hipo. Vamos que os podéis hacer una idea de cómo nos supieron al final las cervezas en el bar de la Pradera.
No sé, lo mismo el making-off esta vez me ha salido que parece más una guía de Ordesa que la explicación de una foto, pero es que este sitio es un no parar...
¡Otra vez que estoy deseando volver...!